Llegamos a la sala Caracol, en Madrid, sobre las ocho de la tarde, justo a tiempo para escuchar a Tim Baker, telonero de la banda. Interpretó varias de sus propias canciones, alternando entre la guitarra acústica y el teclado, y presentándolas con historias sobre su composición o su querido país de origen, Canadá.
Es la hora de los cabezas de cartel, Half Moon Run, en este momento la sala se encuentra ya llena. Mientras preparan el escenario, se podía oír más idiomas entre el público que en una fiesta “Erasmus”. El cuarteto salta al escenario con “21 Gun Salute”, un tema calmado que nos preparaba para lo que se venía a continuación.
La banda canadiense llegaba tras tocar en Barcelona el día anterior, a presentar su último álbum “A Blemish in the Great Light”, estrenado en noviembre de 2019. Con temas muy variados como “Favourite Boy”, “Razorblade” o “New Truth”, y es que es difícil definir su música con un solo género. La palabra que muchos críticos y fanáticos usan para describirla es: compleja.
Impresionaba, como poco, ver como los cuatro componentes de la banda iban cambiando de instrumento mientras interpretaban sus canciones, con una gran presencia de percusión. Además de la batería, contaban también con un gran bombo, y en alguna canción como “Call Me in the Afternoon” el vocalista principal acompañaba con otro más.
Tras escuchar canciones de sus tres álbumes, llegó la hora de la canción que da título a su segundo álbum, “Sun Leads Me On”, toda la banda se acercó al frente del escenario para interpretar una versión acústica de esta. Compartiendo un solo micrófono y con dos guitarras acústicas consiguieron emocionar a toda la sala.
Llega el final del concierto, “Full Circle”, hit con el se conoce a estos canadienses, para terminar, el público internacional con cánticos tradicionales españoles como el “Oé oé oé” despide con gran euforia al grupo. Y allí nos quedamos mi hermana y yo, hipnotizadas y muy satisfechas con el cuarteto de Montreal.